miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pequeños refugiados.


Aviones de papel. Bombas de plastilina.

Los niños sirios que llegan huyendo con sus familias a las costas griegas son muy parecidos a los españoles, aunque sus vivencias sean bien distintas.

En una idílica isla de Grecia, Samos, uno de los principales puntos de entrada a Europa de las miles y miles de personas que escapan de la guerra en Siria, Afganistán y otros tantos mataderos abiertos en los márgenes del mundo, y en los que llueven bombas con rencor, con el único argumento del insomnio de las armas.
Allí, en la zona portuaria de esta isla, un grupo de cooperantes de Cruz Roja Española ha desplegado una Unidad Móvil de Salud y ha montado un Espacio Feliz para los menores refugiados, un lugar para actividades de ocio y juego para unos peques acostumbrados a la sordidez de la guerra. Sí, son muy parecidos a nuestros peques, pero no iguales. Porque los aviones de papel que hacen los pequeños refugiados sirios están cargados de bolitas de plastilina.Una de las cosas que más les gusta a los peques, que, al parecer, son bastantes parecidos a los nuestros, es jugar con la plastilina, dibujar y hacer aviones de papel.
Y allí sigue un grupo de cooperantes de Cruz Roja, que también ha desplegado una Unidad de Salud en otra isla, Chios, regada diariamente también por centenares y miles de personas que escapan de estos lugares.